domingo, 22 de abril de 2012

Cuento: Los "Sin Sombra"



Los "Sin Sombra"

Así se conocen realmente. No son ni “marcianos”, ni “extraterrestres” ni “seres inter-espaciales”; son los “Sin Sombra”, o los S.S. para aquellos que quieran ahorrar saliva. No se sabe si vienen de algún planeta en específico, o de alguna galaxia a la que pertenezcan, siempre tuve entendido que son algo así como nómadas aventureros, que gustan de capturar nueva información de cada mundo al que van, en son de paz, claro.

Mi abuelo decía que son idénticos a nosotros, aunque en algunas ocasiones más presentables. Él dijo haber convivido con muchos, fue de su boca que sé todo acerca de los S.S. Me contó – en uno de esos días en los que estaba de buenas para platicar–, que los Sin Sombra se afiliaban al ejército “humano” para aprender de la guerra, como simples espectadores (mi abue comando una tropa en el 46) y que a su vez, los militares gozaban de las altas tecnologías que les traían de afuera los S.S. Así que en un principio, el contacto con los seres extranjeros era meramente militar, pero se dice que les gusto tanto la Tierra que a veces vienen de turistas, a mirar una que otra maravilla mundial que no haya dedicado tanto.
Admito que la primera vez que mi abuelo me habló de ellos casi ni le creí; mugre viejo decrepito, se estaría volviendo loco en el asilo, pensaba yo con ganas de no volver a verlo. Pero eran tan convincentes sus historias y tan novedosos sus cuentos, que terminé creyéndole más a él de lo que cualquier revista de OVNIS pudiera aludir sobre los hombrecillos verdes. Por lo que luego de algunas cortas anécdotas, siempre iba sin faltar un solo día a visitar al abuelo, para que siguiera hablándome sobre los misteriosos S.S.
       – ¿Y por qué les dicen los “Sin Sombra”?­ –le pregunté curioso en una de nuestras sesiones.
Él simplemente se acomodó en su silla y con toda la voz de la experiencia y el conocimiento, comenzó a explicar que ese apodo lo tenían ya que en sus tierras natales carecían de ese cuerpo oscuro que los siguiera a todos lados pues en los lejanos lugares de espacio no hay un Sol que ilumine algunas facciones y haga oscurecer a otras. Y al ser así, cuando vienen a nuestro planeta, caminan y se mueven sin una sombra que los acompañe, pues nunca tuvieron una.
– Eso es lo que los hace diferentes a nosotros, hijo –me dijo al final–. Eso y que chasquean mucho la lengua –miró al techo como recordando algo, a la vez que hacía ese sonido con la boca.
Dos años después de que me empezara a hablar sobre los S.S. el abuelo murió. Creo que el haberse ido tan pronto y el que yo creciera sin volver escuchar nunca más sobre esos cuentos chinos, me hizo dejar de creerlos. Claro que ahora, a los 17 años, esas cosas son niñerías y absurdas tonterías. Pero bueno, al menos eso me hace tener buenos recuerdos del abuelo, aunque sean muy bizarros…
 Esta mañana volví a ver a Marccy Anna, una chica que conocí en una reunión escolar, que viene de un país extranjero y con la que llevo saliendo un mes. Creo que pronto podríamos pasar a algo interesante. Hoy después de llevarla a comer y llevarla de regreso a casa, se detuvo frente a la puerta de entrada y me dio un beso que me mandó directo al espacio sideral.
-Te veo mañana- susurró con su tono y acento de un Español apenas aprendido, y acto seguido tronó la lengua de forma graciosa, costumbre quizá de su nación, aunque muy seguida en ella pues tenía la manía de hacer ese ruidillo a cada instante. Lo cual me puso a pensar…
Era la primera vez que me ponía a analizar ese determinante detalle, que me hizo recordar a mi abuelo, a sus historias y a el hecho de que a pesar de tener al sol en nuestras cabezas, ninguna mancha oscura cubría el suelo del lado de mi ahora, novia oficial.
Miré con atención…. ¿dónde había quedado su sombra? Estuve a punto de decirle algo pero ella ya se había adentrado en la oscuridad de su casa cerrando de portazo y obviamente, dejándome intrigado.

                                                                                                            Elizabeth Rivera Hernández

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