miércoles, 30 de mayo de 2012

Safo de Mitilene y la Oda a Afrodita, por J. Pablo Colunga



También conocida como Safo de Lesbos por haber nacido precisamente en esta isla, actualmente Grecia,  en el  612 a.C. Murió en  el 548 a.C. De su obra sólo han podido rescatarse 650 versos, siendo posible encontrar sólo tres poemas íntegros, en 2004 fue encontrado otro poema de Safo en el embalaje de una momia del siglo III a.C . Su vida se encuentra cubierta de un aurea de misterio y fascinación, los datos históricos sobre ella son muy escasos. Se cree que vivió la mayoría de su vida en Lesbos, salvo un pequeño periodo de exilio en la isla de Siracusa, actualmente territorio de Sicilia, debido a las luchas entre las oligarquías de las que su familia formaba parte y de las que ella decidió participar al escribir sobre la tiranía de Pitaco, el general que, con su ejército venció a los atenienses comandados por Frinón y que gobernó la isla de Lesbos durante diez años en los que restringió el poder de la nobleza apoyándose de las clases populares de las que Safo no formaba parte.
     A ella se le atribuye la creación de la estrofa sáfica, que consiste en tres versos endecasílabos seguidos de un cuarto pentasílabo, conocido como adónico , valiéndose de él para expresar todas las emociones que el amor despierta en los humanos, como los celos, el deseo o la nostalgia. Escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos. De éstos sólo quedan algunos fragmentos y dos poemas completos: la Oda a la mujer amada, recogida por Longino en su libro Tratado de lo sublime y la Oda a Afrodita, recogida por Dionisio de Halicarnaso.
     La Oda a Afrodita es uno de sus poemas más conocidos además de ser uno de los pocos que se encuentran completos, a excepción de una pequeña parte faltante en el tercer verso de la quinta estrofa. Al inicio del poema Safo invoca a Afrodita, diosa griega del amor, la lujuria, deseo, belleza, sensualidad y de la reproducción, para que esta oiga su llamado y la ayude a captar la atención de un amor no correspondido. No debe entenderse al amor en este poema como se concibe en la actualidad, sino como a una referencia hacia la atracción sexual, ya que eso es lo que representa la diosa Afrodita
               “¡Oh, tú en cien tronos Afrodita reina!,
                 Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
                No me acongojes con pesar y sexo
               Ruégote, Cipria!”
En la segunda estrofa Safo recuerda una ocasión anterior en la que solicitó la ayuda de Afrodita y la diosa descendió  llevada en un carruaje de oro tirado por gorriones para atender el ruego de la desconsolada poetisa y habló preguntándole a Safo:
               “Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante
                Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
                ¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
                me preguntabas
              ¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
             ¿A quién pretendes enredar en suave
              Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
             Mísera Safo?”
En la cuarta estrofa Afrodita juró a Safo que aquel amor desfavorecido  pronto encontraría la aceptación.
          “Que si te huye, tornará a tus brazos,
           Y más propicio ofreceráte dones,
           Y cuando esquives el ardiente beso,
          Querrá besarte.”
El poema concluye con una reiteración de la solicitud de Safo a Afrodita. Tenemos pues la máxima expresión de la capacidad de esta antigua poetisa para plasmar los sentimientos concernientes al amor y a la pasión, la misma que convirtió a Safo en una de las poetisas más reconocidas a lo largo de la historia y cuya influencia ha tocado a otros poeta de la talla de Catulo, Petrarca, Leopardi, Hölderlin Byron o Rilke.

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