Era llamado Cayo, Tito Petronio o
Petronius Arbiter en latín, las fechas entre el año 14 y 27 D.c. se presumen
para su nacimiento y la de muerte aproximadamente al año 65 también D.c.,
pertenecía a la corte de Nerón, último emperador romano de la dinastía Julio-Claudiana.
De Petronio, un retrato encontrado en los “Anales” de Tácito, historiador
romano un poco posterior a los tiempos de Petronio nos puede dar una idea de la
esencia de este personaje real en su tiempo; cito a Tácito en el siguiente
fragmento de “Anales (XVI, 17-20)”:
Él dedicaba el día
para dormir, y la noche para los deberes de la sociedad y para los placeres de
la vida. Si algunos alcanzaron fama por el trabajo, él lo hizo por la molicie.
Tenía reputación, no de juerguista ni de derrochador como casi todos los que devoran
su fortuna, sino de técnico en los placeres. Sus palabras y acciones agradaban
y eran tomadas como modelo de sencillez en función de la espontaneidad y de
cierto descuido propio con que eran ejecutadas. Sin embargo manifestó energía y
estuvo a la altura de sus funciones como procónsul en Bitinia y después como
cónsul. Luego, regresando a sus vicios o quizá sólo a su imitación, fue
admitido entre los pocos familiares de Nerón como árbitro del buen gusto: para
el príncipe no había nada agradable y delicado que no estuviese recomendado por
Petronio.
De ahí los celos de
Tigelino que vio en él a un rival y a una persona más ducha en la ciencia de
los placeres. Tigelino, pues, excitó la crueldad del príncipe, pasión que en
éste tenía la supremacía sobre las otras, y acusó a Petronio de ser amigo de
Escevino. Se sobornó un esclavo para la delación, y a Petronio se le privó del
derecho de defensa.
La mayor parte de sus
esclavos fueron encarcelados. Por entonces se encontraba en Campania el César.
Petronio fue detenido en Cumas, hasta donde lo había seguido. No soportó la
idea de languidecer por más tiempo entre el terror y la esperanza, pero tampoco
se quitó la vida bruscamente. Se abría las venas y se las cerraba para
abrírselas otra vez según su antojo, entreteniéndose con sus amigos, pero no
con temas serios ni con nada calculado para conseguir reputación de firmeza.
Escuchaba más bien versos anodinos y poesías ligeras en vez de reflexionar
sobre la inmortalidad del alma, y de proferir máximas filosóficas.
Dio dinero a algunos
esclavos y a otros, látigo. Más aun, a fin de que su muerte, si bien forzada,
pareciese natural, organizó un festín y dejó que lo ganase el sueño. Ni
siquiera redactó codicilos para adular a Nerón, a Tigelino o a algún otro
poderoso, como lo hacían muchos de los que así acababan sus días. Lo que hizo
fue trazar, bajo el nombre de jóvenes impúdicos y de mujerzuelas, la narración
completa de las degeneraciones del príncipe con sus más monstruosos vicios.
Después de enviarle sellado este escrito, quebró su anillo, con la aprensión de
que no sirviera más tarde para poner en graves aprietos a otras personas. Nerón
investigaba cómo habían podido ser divulgados sus vicios nocturnos, y le vino
Silia a la memoria. Esta mujer, esposa de un senador, no le era desconocida.
Además él mismo la había asociado a todos sus placeres, como amiga muy íntima
que era de Petronio. El odio de Nerón provocó su destierro con el pretexto de
haber propalado lo visto..."
Palabras de Tácito.
Pero si la vida de este hombre Petronio tan ligera y sincera es un mordisco
(ñam), “El Satiricón” de la cual solo se han encontrado fragmentos no toda la
obra, es considerada la primera novela en el escenario occidental, y su
exquisito juego con las expresiones coloquiales y lenguaje muy fino por otra
parte, lo hacen juguetón cuanto sublime, el argumento de los fragmentos
conservados dide que la acción se inicia en la ciudad de Campania donde Encolpo
es un bohemio que va en busca de su enamorado Ascilto, y lo encuentra con
Gitón, un joven por el que ambos rivalizan; luego se les une otro, Agamenón, y
todos juntos se van a una cena en casa de un nuevo rico, donde tiene lugar el
pasaje más conocido de la obra, El Banquete de Trimalción, después Encolpio se
encontrará con el poeta Eumolpo, que le cuenta una historia y le recita un
poema sobre Troya. Encolpio, Gitón y el poeta deciden embarcarse para huir de
Ascilto, pero el barco naufraga cerca de Crotona; allí Eumolpo finge ser un
hombre adinerado pero enfermo, y sin herederos, para aprovecharse de las
personas.
El Banquete de
Trimalción escena grande de esta obra, sellada en muchos cuadros a lo largo ya
del tiempo, lo es además, personas; he aquí un fragmento de la novela,
precisamente una parte de la descripción del banquete, ¡Qué emoción!:
Amigos, he hecho
incubar huevos de pavo real por una gallina y me temo, por Hércules, que ya estén
empollados. Probemos, sin embargo, si todavía son comestibles. Recibimos unas
cucharas que por lo menos pesaban media libra, y cascamos los huevos
que estaban muy bien hechos de pasta. Casi arrojé mi porción pues creí que
ya estaba formado el pollo, pero oí decir a una vieja comensal:
-No sé qué delicia
debe de haber aquí.
Continué, pues,
descascarándolo con la mano y me encontré con un gordísimo papafigo arrebolado en
salsa de yema de huevo y pimienta".
"Y añadió
Trimalción: '¡Ay! ¡Miserables de nosotros! ¡Qué impotencia la del pobre hombre!
Todos así seremos cuando el Orco nos recoja. Vivamos, pues, en tanto que
existir con salud permitido nos sea'.
A esta lamentación
siguió un plato no tan grande como esperábamos, pero tan
original que provocó
nuestra admiración. Era un repositorio redondo con los doce signos del Zodíaco
dispuestos alrededor. Sobre Aries, garbanzos picudos .
Sobre Tauro, un trozo
de buey. Sobre Géminis, criadillas y riñones. Sobre Cáncer, una corona. Sobre
Leo, un higo de África. Sobre Virgo, una vulva de marrana virgen. Sobre Libra,
una balanza con un pastel en un platillo, y un bizcocho en el otro. Sobre
Escorpio, un pececillo de mar. Sobre Sagitario, un caracol. Sobre Capricornio,
una langosta marina . Sobre Acuario, un ganso. Sobre Piscis, dos lisas . En el
centro había un terrón, extraído con césped y todo, que sostenía un panal de
abeja".
Remembro en los
pasajes más conmemorativos de la obra de este hombre que solo conozco en un
libro digital fragmentado, y en palabras de historiadores muy cercanos a su
tiempo solo preguntándome ¿Cómo sonaba todo ello en latín? Con el contexto de
su vida, tiempo y demás circunstancias, el solo poderlo imaginar me hace verme
como amigo ya del muertito Petronio, recordado con risas por los que han pasado
por su Satiricón fragmentado, en el libro, en la web o en Fellini una hilaridad
y genialidad que lo han conservado hasta ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario